Los crimenes del invisible by Curtis Garland

Los crimenes del invisible by Curtis Garland

autor:Curtis Garland [Garland, Curtis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Bolsilibro Terror
ISBN: 9788402025067
editor: Bruguera
publicado: 1979-12-31T23:00:00+00:00


* * *

Hasper Dodds carraspeó, mientras el juez Jonas Pershing hacia una serie de anotaciones rápidas en un bloc.

—¿Por qué tuvo usted ese presentimiento, señora Freeman? —preguntó a Candy.

Ella vaciló. Neil se preguntó si era porque la llamaban así, no siendo cierto, o porque realmente no sabía cómo expresarse. Sin embargo, fue concreta en sil respuesta:

—No tuve un presentimiento, sino un sueño.

—¿Un sueño? —repitió Dodds, perplejo.

—Acostumbra ocurrirme —musitó la muchacha con ojos ensombrecidos—. Esta noche soñé que algo ocurría. Que Desmond Darnell volvía a Abbotshead y mataba de nuevo. Veía sangre, mucha sangre, y alguien sin rostro que me perseguía al descubrir mi presencia en el lugar del nuevo crimen… Ahí desperté bruscamente, con sobresalto. Pensé que todo era simplemente un sueño, pero recordé que muchas veces en mi niñez tuve sueños premonitorios, viendo anticipadamente cosas que luego sucedían Y me asusté Al ver a Neil preocupado y oír voces y comentarios en la calle y en el hotel, imaginó que, una vez más, todo había ocurrido tal como yo lo soñara.

—Habló usted de un hombre sin rostro… —comentó pensativo el juez Pershing—, ¿A qué se refiere con ese término?

—No sé… —Candy pareció de pronto sorprendida y miró de forma alternativa a sus interrogadores, el policía Dodds y el magistrado Pershing, para terminar aferrando una mano de Neil, en pie junto a ella, mirarle y murmurar: Creo que es justo lo que dije. Era un hombre, estoy segura. Pero al volverse hacia mí y mirarme, me aterró la circunstancia de que no tenía rostro.

—¿Eso quiere decir que iba enmascarado, cubierto con una capucha o con algo? —sugirió Freeman frunciendo el ceño.

—No —manifestó simplemente ella—. Quiere decir eso: que no tenía nada. Su rostro era un simple vacío.

Neil permaneció pensativo, con la mirada fija en ella. Incluso daba la impresión de que el joven actor revelase cierta sorpresa. En ese momento habló Dodds tras anotar la respuesta de la joven actriz:

—Es evidente que, al ignorar cuál era el verdadero rostro de Desmond Darnell, usted vio en sueños lo que de forma onírica le sugería su falta de identidad real: Un simple vacío en vez de una cara que ignora cómo es.

—Probablemente sea así, pero ¿no cree que resulta poco serio buscar la verdad de lo sucedido en el sueño de una muchacha? —terció vivamente Moira Turner.

—Perdone, pero estamos buscando posibles rastros que nos lleven a Darnell —carraspeó circunspecto el juez Pershing—. Lo del sueño curioso de la señora Freeman, fue sólo una simple anécdota en todo esto. No se puede desechar la posibilidad de que alguien con cierta sensibilidad especial pueda ver o intuir cosas en sus sueños. De todos modos, tenemos un feo caso entre manos. No se comprende cómo pudo entrar y salir el asesino, porque todo estaba cerrado.

—Tal vez tenga llaves de la casa de Baxter —sugirió Freeman—. O unas ganzúas.

—Eso es posible, si. Pero enfrente de su casa hay una taberna, el pub La Zorra Dorada, y Annie Howell, la camarera del mismo, estuvo limpiando anoche las



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